dissabte, 29 de gener del 2011

Ser un número.

CL.
A la merda la professionalitat!.
"Un interí sempre passa per davant d'un substitut, treu-te unes oposicions."
"No vull formar part d'aquest tipus de funcionariat, sóc massa lliure. Fins aviat."


* El valor de la poesía, per Julio Salinas.

Voy a decir unas palabras sobre el posible valor de la poesía para los seres humanos. Lo que quiero decir se podría resumir en estas palabras: un poema no es nada. Pero puede serlo todo. Una vez una niña estaba dibujando la calle de una ciudad por la que se paseaba una multitud de personas: y a éstas las representaba por medio de una serie de palotes, de manera que la humanidad quedaba reducida en el dibujo de la niña, a una serie de números uno. Mirando aquel ingenuo dibujo me di cuenta de la grandeza del hombre, que es también su gran tragedia: consiste en ser un número uno. Es decir, tiene que vivir consigo y para sí. Sin duda, un limpiabotas de Nueva York es un ser muy limitado. Tampoco podemos poner en duda que Napoleón fuera un ser muy limitado: porque no podía ser más que Napoleón. Más por muy fuerte que sea una personalidad siempre tiene deseos de salir de sí, de enajenarse, de extrañarse. El místico, el bailarín, el poeta, el borracho salen de sí. También al contemplar un cuadro o escuchar una melodía es una manera de apartarnos de nuestro propio ser.

Pero a ese impulso de salirnos de nuestro propio ser, de vivir algo que no sea propiamente lo nuestro, de perdernos en lo ajeno, lo acompaña otro impuso no menos fuerte: el de no dejar de ser uno mismo, no perder conciencia de la propia personalidad.

Al que sale de sí hasta el punto de perder conciencia de sí mismo se le llama loco. Pues bien, nada es tan enteramente análogo a la poesía como esos dos impulsos contradictorios y complementarios. Si leemos una novela o vemos un drama, nos salimos de nuestro ser, para vivir el papel de un personaje, para sustituir nuestra personalidad por la suya y vivir su vida ficticia, durante un corto plazo de tiempo. Mientras que la lectura de un poema nos saca de nosotros mismos, de nuestra realidad, nos hace perder el sentido de ser uno. Pero, simultáneamente, nos hace volver hacia el interior de nuestro ser: porque los protagonistas del poema leído somos nosotros mismos. Oímos el mismo canto del ruiseñor y sufrimos la misma pena del poeta: lo que a él le ocurrió, nos ocurre también a nosotros, aunque sea en menor escala. Es decir, la lectura del poema nos saca de nuestro limitado yo, para inmediatamente volvernos a él. En cierta ocasión el escritor inglés Chesterton estaba haciendo las maletas en su casa de Chelsea. Llegó un amigo y le preguntó: << ¿A dónde te vas?>> <>, replicó Chesterton. <> <>. Quería decir Chesterton, por supuesto, que cuando se sale de viaje es para regresar al punto de partida.

Así la lectura de un poema nos saca de nuestro ser, nos separa de nuestro yo superficial, pero sólo para llevarnos a nuestro yo más profundo, para devolvernos a nuestro verdadero ser. Se trata de un viaje de ida y vuelta. Porque cuando leemos un poema que nos conmueve, el poeta se convierte en parte de nuestro ser y, al mismo tiempo, nuestras emociones se identifican con las suyas, lo que fue del poeta se hace nuestro. Y así cuando Miss Equis lee un poema de Shelley ya no es Miss Equis: es Miss Equis más ese poema de Shelley. Y a su vez, el poema es algo más que el poema: es el poema más la personalidad y la emoción de Miss Equis. Esto quiere decir que el poeta, al hacer vivir a otros lo que ha vivido en él, multiplica la capacidad vital del poeta y se multiplica a sí mismo.

Para expresar gráficamente lo que quiero decir, podríamos enunciarlo así. a) el yo del lector es 1, b) el mundo es un todo, la suma, la totalidad; c) el poema no leído, en el libro cerrado, no es nada, equivale a cero. Y si colocamos el poema a la derecha del lector, del número uno, el resultado será 10. El cero ha multiplicado (digamos) al uno y lo ha hecho (contrariamente a la regla matemática) diez veces más, lo ha hecho 10. Y el número uno, a su vez, ha dado valor al cero. En suma, se ha verificado la mágica operación de la poesía, la multiplicación de la capacidad de sentir, de entender, de vivir un momento dado. ¡Cuántos ceros se pueden poner a la derecha del número uno, esto es, cuántos poemas pueden multiplicar el espíritu de cada lector! Algo así como un trillón, un número casi infinito. Y así llegamos a un resultado mágico de una aritmética fantástica en la que el ser humano, que era uno en el poema (que era cero, como apunté), alcanza el valor del infinito, es decir, el valor poético puro.

Una de las estudiantes que me escuchen podría objetar: <>. Y, en efecto, así sería. Pero respondería también que los poemas, es decir, los ceros, hay que ponerlos siempre a la derecha del uno, porque así estará en el lugar del corazón. Y ahora sólo me resta pedirle perdón al Departamento de Matemáticas por mi fantasía numérica, al de Inglés por mi mala construcción de la frase y al de Dicción por mi execrable pronunciación. Y también al de Biología por mi alusión final al corazón (A continuación, Pedro Salinas leyó los poemas 13, 27, 36 y 46 de Razón de amor y el 54 de La voz a ti debida.)

Pedro Salinas, 1983. Ensayos Completos. Madrid, Editorial Taurus, 431- 433.

LA VOZ A TI DEBIDA
Versos 2191 a 2219


No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar.
Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.

Pedro Salinas.



"Replantejar-me el significat de la meva vida, què tinc i què estic disposat a perdre. Els mals moments no deixen pensar amb claredat i m'impedeixen avançar. La vida, a voltes, només és precupació i pressió però a voltes també és la passió desfermada i el somriure de la gent que t'importa."











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